París |
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Febrero 2003 |
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Ni el frío polar que nos esperaba en París, ni la impresionante nevada que cayó el primer día pudo enfriar el fin de semana inolvidable de nuestro primer aniversario en la que, con razón, llaman la ciudad más bella del mundo. París es todo lo que nos esperábamos de ella y más. Una ciudad preciosa, bien cuidada y con un estilo único. Tampoco decepcionan sus monumentos, la Torre Eiffel, Notre Dame, el Louvre... Sin duda uno de los momentos que más recordaremos será nuestra visita al Moulin Rouge, un espectáculo impresionante, mucho glamour, plumas y champagne. Digno de ver.
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